El vino ha acompañado a la humanidad desde hace 8.000 años.
Sin duda, es un largo trecho, especialmente si se le compara con el tiempo que la bebida ha estado presente en el continente americano, o sea, algo más de 500 años.
Plantar la vid y producir un vino en Colombia fueron esfuerzos que, inicialmente, resultaron fallidos.
La parra necesita estaciones claramente definidas para desarrollar una industria sostenible y duradera.
En el trópico, las condiciones generales de clima y suelo son más aptas para productos como café, caña de azúcar, banano y maíz, que para la uva vitivinífera.
Por tradición ancestral y por disponibilidad natural de producto, el maíz y la caña de azúcar han sido los ingredientes más utilizados para producir nuestras bebidas fermentadas y destiladas de preferencia, como la chicha, el guarapo, el aguardiente y el ron.
Pero desde hace una década el consumo de vino no ha dejado de crecer.
Pasamos de una copa por habitante al año a algo más de una botella.
Y uno de los principales termómetros para medir el fenómeno es Expovinos, la feria organizada por el Grupo Éxito, con participación de Pomona y Carulla.
Como antesala al evento, el vicepresidente corporativo del Éxito, Carlos Mario Giraldo, entregó detalles muy interesantes sobre la forma como ha evolucionado el consumo de vinos en Colombia y lo que ocurrirá en el próximo futuro.
El mercado total se calcula en unos 188.000 millones de pesos, de los cuales 113.000 millones (o el 60%) corresponde a las ventas en grandes superficies.
De esta cantidad, el Grupo Éxito vende el 55% del volumen, es decir, unos 55.000 millones de pesos.
En cuanto a las preferencias por tipo, los colombianos optan por los tintos (71%), seguidos por los blancos (22%) y los rosados (3%).
En cuanto a procedencias, se inclinan por los latinoamericanos (70%), y entre éstos, por los chilenos (42%) y los argentinos (28%).
Luego siguen los españoles, franceses e italianos.
En el último año, los estadounidenses también han comenzado a abrirse paso de manera contundente.
En relación con los gustos por cepajes, marcha a la cabeza el Cabernet Sauvignon (21%) y después se ubican el Malbec (13%) y el Carménère (8%).
Por tradición ancestral y por disponibilidad natural de producto, el maíz y la caña de azúcar han sido los ingredientes más utilizados para producir nuestras bebidas fermentadas y destiladas de preferencia, como la chicha, el guarapo, el aguardiente y el ron.
Pero desde hace una década el consumo de vino no ha dejado de crecer.
En relación con los gustos por cepajes, marcha a la cabeza el Cabernet Sauvignon (21%) y después se ubican el Malbec (13%) y el Carménère (8%).
En cuanto a los blancos, el Chardonnay ha tomado la delantera (81%), frente a su inmediato competidor, el Sauvignon Blanc (34%).
Sin embargo, el tipo de vino de mayor crecimiento en Colombia es el rosado, que creció un 62% entre 2.007 y 2.008.
Asimismo, el consumidor nacional ha comenzado a migrar del envase de tetrabrick al de vidrio, en parte porque el vino está ganando un lugar en la mesa.
Igualmente, el colombiano ha perdido el temor a sistemas de cierre como la tapa rosca y ha empezado a beber espumantes para refrescar el paladar y el espíritu.
En términos de plazas de consumo, Bogotá sigue siendo el principal mercado, con el 51% del mercado nacional.
Aunque todavía estamos muy atrás en el consumo per cápita, con promedios nacionales de una botella anual por persona, hemos dado un salto cuántico en la última década.
Pero el entusiasmo no decae y mi consejo es visitar Corferias para comprobar hasta dónde hemos llegado.
Y lo mejor es que va a pasar un momento inolvidable.