La uva es una de las frutas más recolectadas en el mundo.
En el año 2.008 casi el 60% de la superficie de viñedos mundial se encuentra repartida entre los diferentes estados de la Unión europea, el territorio americano (norte y sur) poseen tan sólo un 12% de la superficie.
De toda la recolección de la uva la mayoría se dedica a producción vinícola (aproximadamente un 66% en 2008 ).
El porcentaje varía de país en país debido a su situación geopolítica y a sus creencias religiosas.
No obstante el país que más dedica la uva a consumo de la uva en forma fruta es China.
La vid supone tan sólo un 0.5% del total de la superficie dedicada mundialmente a la agricultura.
Producción estimada de vino por país en 2.009 según la OIV (Organisation Internationale de la Vigne et du Vin).
Puesto País Producción (millones de hectolitros)
1 Italia 47,699
2 Francia 45,558
3 España 32,506
4 Estados Unidos 20,620
5 Argentina 12,135
6 China 12,000
7 Australia 11,600
8 Chile 9,869
9 Sudáfrica 9,788
10 Alemania 9,180
11 Rusia 7,110
12 Rumania 5,600
El consumo per cápita de vino ha descendido desde la década de los 70 en países tradicionalmente productores como Francia (en un descenso de casi un 40% en 2.006).
Las razones de este descenso son complejas y han formado parte de numerosos estudios económicos.
No obstante, en otros países el crecimiento ha sido sostenido. Según el International Wine and Spirit Record, el consumo mundial de vino seguirá creciendo en los próximos años y se pronostica que, en 2.012, Estados Unidos alcanzará a Italia como primer consumidor mundial.
Los estadounidenses gastan más en vino que cualquier otro país.
En 2.007 compraron vino por valor de 22.000 millones de dólares.
También se percibe el crecimiento en economías emergentes como Rusia y China, cuyos niveles de consumo alcanzarían próximamente a los de países europeos.
Se pronostica un aumento de la producción del 3,83% en el lapso 2.008-2.012 a algo más de 3.000 millones de cajas de 9 litros.
El consumo aumentaría a una tasa aún mayor, del 6%, para alcanzar los 2.800 millones de cajas.
El consumo también es constante en zonas como Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Los vinos australianos y sudafricanos son predominantes en el mercado británico y su consumo está creciendo desde finales del siglo XX.
La forma de elaborar el vino en la actualidad, empleando los avances tecnológicos que proporcionan una alta conectividad entre los expertos del mundo ha dado lugar a un nuevo concepto denominado Globalización del vino.
Este nuevo concepto hace que viñedos aparentemente separados geográficamente sean tratados de forma similar por un mismo enólogo.
Formas de servir el vino
También es costumbre que los vinos blancos se beban frescos (que tengan una temperatura de entre 8°C a 10 °C) y que los vinos tintos se beban a «temperatura ambiente» (para esto se descorchan aproximadamente entre una a media hora antes de ser bebidos), entendiendo como tal la de la bodega, y en tal caso se aconseja beber un vino tinto que tenga una temperatura de 18 °C a 22 °C (algunos consideran temperaturas incluso más bajas: 15-16 °C, e incluso 13-14 °C para los tintos jóvenes o los claretes).
En cuanto a los vinos blancos, aunque el consejo de beberlos frescos es generalizado, existe la excepción cuando se bebe en climas fríos; por su parte los espumosos como el champagne pueden llegar a servirse con sus botellas dentro de envases con hielo y es aconsejable evitar cambios bruscos de temperatura como los producidos por un congelador.
En cuanto al champagne, aunque es popular y divertido hacer el mayor ruido al destapar las botellas e incluso hacer «saltar» parte de este vino al ser destapado, la etiqueta establece que el destapado debe ser silencioso (esto se entiende principalmente en los restaurantes, lugares en los cuales no se debe importunar a los demás concurrentes).
El decante: existen recipientes decantadores en los cuales se vierten los vinos para que se aireén y se decanten sus sedimentos.
El vino así destapa sus aromas ("se abre") permitiendo apreciarlos mejor.
Se recomienda el uso de copas de cristal transparante para poder apreciar el color y las tonalidades del vino (excepcionalmente se usan en ocasiones copas coloreadas para degustar los vinos blancos de Alsacia y el Rin) estas copas, como las que se observan en las fotos, poseén una ligera combadura hacia adentro (no tan evidente como en las copas de cognac) y una boca bastante ancha, la ligera combadura permite mantener mejor los aromas, la boca ancha posibilita ver mejor los matices y brillos del vino.
Estas copas se llenan en sus 2/3 con vino y luego el vino se bebe lentamente para poder apreciar las distintas «tonalidades» gustativas.
Una excepción importante en la forma de las copas para vino la constituyen las copas para vinos espumosos como el champagne («champaña»): fué común que se bebiera el vino espumoso en copas de amplias bocas, aunque lo más correcto es todo lo contrario: los vinos tipo champagne se toman en copas alargadas y estrechas.