El vino de los antiguos faraones
Un equipo de investigadoras de la Universidad de Barcelona identifican rastros de vino tinto en una ánfora perteneciente al faraón egipcio Tutankhamon.
Los historiadores concedían hasta hoy el origen de la cerveza al antiguo Egipto y el del vino a la Grecia clásica.
Sin embargo, el reciente hallazgo de una ánfora en la tumba de Tutankhamon con restos de vino tinto refuerza el peso de la cultura vitivinícola en las civilizaciones del bajo Nilo.
El hallazgo, publicado en la revista de la Sociedad Química Americana, ofrece nuevas pistas sobre el uso ancestral del vino y plantea de nuevo la hipótesis egipcia sobre su origen.
El origen del vino como producto y de la viticultura como práctica agrícola causan todavía cierta polémica entre arqueólogos e historiadores.
Aunque existen múltiples referencias al antiguo Egipto que sitúan el inicio de la vitivinicultura como una actividad asociada a las clases más nobles, hay quien se inclina todavía a pensar que ni fue en esta cultura ni en este área geográfica donde el cultivo de la vid empezó a extenderse.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Barcelona acaba de aportar recientemente nuevos datos que reforzarían la hipótesis egipcia.
El estudio, publicado en la revista Analytical Chemistry, órgano de la Sociedad Química Americana, describe el hallazgo de rastros de vino tinto en una ánfora funeraria perteneciente Tutankhamon.
La evidencia, obtenida mediante técnicas de cromatografía líquida y espectrometría de masas, es una de las más palmarias de cuantas corroboran el consumo de este tipo de vinos en el antiguo Egipto.
Conflicto histórico
Se sabía que en el antiguo Egipto se cultivaba la vid, y que sus caldos eran privilegio casi exclusivo para nobles y reyes en fiestas, ceremonias religiosas y rituales funerarios.
Era conocido también que las mejores cosechas provenían del delta del Nilo y de los oasis más occidentales del país.
El aprecio de los egipcios por las cualidades del vino, entre las que se atribuían ciertas «propiedades mágicas», se piensa que obedecía al hecho de que el Nilo toma un color vinoso durante el ciclo anual de las inundaciones.
Desde el Reino Antiguo (2575 aC) hasta el Nuevo (1070 aC), las tumbas de los nobles se decoraban con imágenes ocasionales de viticultura e incluso de elaboración del vino, aspectos que reflejan el culto que sentían las clases altas egipcias por el derivado de la vid.
Para más señas, un antiguo proverbio egipcio reza : «En el agua puedes ver reflejada tu cara, pero en el vino siempre aparece tu mejor cualidad».
La investigación revela el uso más antiguo conocido del cultivo de uva destinada a la elaboración de vino tinto en Egipto A pesar de que entre los grandes clásicos se destaca el origen egipcio de los primeros vinos, no hay pruebas fehacientes que lo demuestren rotundamente.
De hecho, algunos historiadores sitúan aún el origen del vino al sur del Cáucaso y en la parte más meridional del Mar Caspio, enfatizando que la uva empleada por los egipcios no era Vitis vinifera clásica.
La consideración de los historiadores contrasta con con el análisis de los escritos de la Grecia y la Roma antiguas.
Plutarco, sin ir más lejos, afirma en uno de sus textos que fue el mismo Osiris quien probó el vino por primera vez en la historia, y luego enseñó a los mortales las técnicas de su elaboración.
Pese a la atribución divina del origen del vino, el texto no deja de ser lo que parece un tributo al Egipto de los grandes faraones.
En otros tratados se refiere la existencia de la vid en el antiguo Egipto, pero se relaciona con un uso meramente ornamental en los jardines y huertas.
Llama la atención el censo que Ramsés III ordenó de 513 viñedos propiedad del templo de Amón Ra, así como el nombramiento de un «maestro viticultor» encargado de su conservación y mantenimiento.
Un dato aún más sofisticado es que a los trabajadores empleados en la construcción de las pirámides de Giza se les permitía apagar su sed con cuatro clases de vino y cinco de cerveza.
Los vinos egipcios
Valioso dato antropológico constituye, sin duda, el jeroglífico común identificado en estas tres palabras: jardín, vino y vid.
Lo cierto es que las uvas, tal y como aparece en dibujos funerarios, se cosechaban, se almacenaban, se pisaban con los pies y su zumo era guardado en tinajas (ánforas) hasta la adecuada fermentación.
Un segundo prensado separaba pieles y pepitas y permitía que el vino ya fermentado se conservara en recipientes sellados con barro y con pequeñas aberturas por donde dejar salir el dióxido de carbono.
Cuando se consideraba que la «crianza» se había completado (fijada en un máximo de 21 años), las aberturas terminaban sellándose y el vino quedaba totalmente aislado del exterior hasta su consumo.
Otro dato que apoya el origen egipcio del vino es el hecho de que en la antigua Roma se importaban vinos de Egipto, y no precisamente porque los romanos anduvieran escasos en su provisión.
Crónicas romanas cantan las alabanzas de los vinos claros y fragantes de Mareotis, Sebennytus (delta del Nilo), Menzalah, Sile y Tanis.
Con respecto al tipo de vino consumido por los antiguos egipcios, todo apunta a que los secos era los preferidos.
Sólo uno de cada seis vinos «etiquetados» a mano por los maestros encargados tenía inscrita la palabra «dulce». Los vinos de más de 5 años de crianza acaparaban una tercera parte de los inventarios.
Proliferan las descripciones de vinos blancos, pero nunca hasta ahora se había analizado químicamente qué tipo de vino que bebían exactamente los egipcios.
El artículo firmado por los investigadores españoles en Analytical Chemistry, ha dado por fin con rastros de vino tinto en una ánfora funeraria perteneciente a Tutankhamon.
Vino en la Ribera del Nilo
Los dátiles, los higos, las granadas y las uvas eran las frutas preferidas para la obtención de vino en el antiguo Egipto.
El equipo de la Universidad de Barcelona que ha logrado identificar los restos de vino tinto en las ánforas faraónicas está integrado por las investigadoras Maria Rosa Guasch-Jané, Maite Ibern-Gómez, Cristina Andrés-Lacueva y Rosa María Lamuela-Raventós.
Las científicas se propusieron en su día investigar el tipo de uva con que los antiguos egipcios elaboraban sus vinos.
«Las ánforas halladas en los túmulos funerarios contienen datos del producto, crianza y hasta el nombre del viticultor, pero nunca hacen referencia al color del vino que contenían», explica Guasch-Jané, «así que decidimos indagar sobre qué tipo de vine se ofrecía a los faraones para su viaje del más allá».
Las investigadoras identificaron rastros de vino negro en una ánfora de la tumba de Tutankhamon, faraón de la Dinastía XVIII (~1333-1323 aC), que se conserva en el Museo Egipcio de El Cairo.
Dicha ánfora está firmada por el maestro viticultor Khaa.
En su interior, el equipo de la Universidad de Barcelona ha identificado ácido siríngico, derivado de la malvidina e indicador del vino tinto.
«La malvidina es la antocianidina más importante del vino tinto y la responsable de su color», señala la experta.
Aplicando una fusión alcalina a los residuos del ánfora estudiada obtuvieron el ácido siríngico (a partir de la malvidina polimerizada), lo cual les permitió identificar el vino como tinto.
Desde un punto de vista técnico, la identificación no fue tan sencilla, puesto que se tuvo que emplear un nuevo protocolo de gran sensibilidad para identificar vino en residuos arqueológicos, basado en la cromatografía líquida y la espectrometría de masas en tándem.
En el protocolo de esta investigación, financiada por el grupo Codorníu y la Fundación para la Cultura del Vino, se ha empleado ácido tartárico como indicador químico de la presencia de vino.
«El ácido tartárico en sí no informa del tipo de uva con la que se elaboró el vino, por lo que ha sido preciso recurrir al siríngico».
La metodología empleada, añade el equipo de investigadoras, está específicamente pensada para identificar la presencia de vino en restos arqueológicos a partir de sus características.
La aportación principal de su trabajo, precisan, ha sido precisamente «definir el método» para la detección de trazas indicativas de vino tinto.
La empresa de bebidas Al Ahram Beverages Company quiere hacer su propio vino de calidad para el mercado de Egipto.
Las uvas provienen de una finca de 52 hectáreas que se encuentra en el desierto y, que pertenece a un productor que ha puesto todos sus esfuerzos en hacer una uva de calidad, toda la finca está formada en doble brazo de producción sobre una doble espaldera y, logicamente, con instalación de riego.
Para Mas Martinet esta asesoría es un reto por el hecho de poder hacer uvas de calidad en una tierra desértica, donde el suelo es arena, la pluviometría nula y las temperaturas altas, de hecho, el cultivo de las cepas es como si estuviesen en un cultivo hidropónico.
Hay plantadas 18 variedades blancas y tintas, con un total de 30 clones y 7 portainjertos diferentes.
Quién inventó el vino?
La vid se cultivaba 6.000 años antes de Cristo en el Cáucaso (la actual Turquía).
De allí pasó a Mesopotamia y a Egipto, donde tenemos constancia arqueológica de elaboración de vinos.
Entonces, el primer vinicultor debió de ser un mesopotámico o un egipcio...
Sí. Y al descubrir el estado de ebriedad a que inducía aquel caldo, lo asoció a la divinidad y a la comunicación con los dioses.
De qué época hablamos?
Hay constancia arqueológica de vino en Egipto en el 3200 a.C. Desde antes, pues.
Hace más de 5.200 años!
Sí: y es en Egipto no en Mesopotamia donde nace la cultura del vino.
Y qué entiende por cultura del vino?
Que el vino condiciona una estructura social, económica, artística, religiosa...
Y lo que fraguó allí entonces aún hoy sigue vivo.
Entre cristianos. No para el islam.
Es cierto, pero pese a que Egipto está hoy islamizado sigue habiendo viñedos en el delta del Nilo : hoy trabaja allí Giamaclis, un griego que elabora unos vinos tal como se hacían en el Egipto faraónico.
Y qué sabor tendría aquel vino faraónico?
En general, más fuerte que el actual. Pero eso dependería de la pericia del vinicultor: ¡yo estoy segura de que conseguían que los faraones bebiesen excelentes vinos!
Sólo los faraones?
La producción de vinos (al igual que la de miel) era prerrogativa real.
El mejor vino era para la familia del faraón y las clases altas.
El pueblo consumía un vino extraído del escobajo (los restos después de la pisada), un vino más áspero que mezclaba con agua.
Se elaboraba el vino igual que hoy?
Después de la pisada, se dejaba fermentar el mosto.
Oyendo el ruido de la fermentación sabían cuándo convenía, en cada caso, “embotellarlo” ya en las ánforas de barro.
Había bodegas, cavas...?
Sí, pero el caluroso clima aconsejaba consumir el vino de un año para otro.
Para conservarlo mejor, sobre el vino colocaban una capa de aceite de oliva que lo aislaba del aire y de hojas de parra, y sellaban el ánfora.
Ingenioso.
Por eso han ido siempre juntos el cultivo de la vid y del olivo : el aceite protegía el vino de la corrupción y facilitaba su traslado.
Exportaban aquel vino los faraones?
Sí, sí. Y esos vinos llegaban hasta España, a la península Ibérica.
En una excavación en Almuñécar (Granada) han aparecido dos tinajas de vino egipcias ¡del año 914 a.C.!
Cómo sabemos que son egipcias?
Porque cada tinaja llevaba impreso su sello con el nombre del vino, el viñedo de origen, la añada y las características del vino.
Una etiqueta con su denominación de origen!
Léame una de esas etiquetas, por favor...
Por ejemplo, el vino Cuerpo de Horus, del viñedo del rey Den, del año cuatro de su reinado...
O añadían: “Vino de calidad tres, procedente del gran viñedo Alimento de Egipto sobre el brazo occidental, dependiente del templo de Ramsés II en Tebas, hecho bajo la dirección de tal”...
Los vinos del norte, los del delta del Nilo, eran los mejores.
Y cuál era el más apreciado de todos?
El vino Mareotis! Cuando Roma dominó Egipto, lo importaba para sus mesas.
Era tinto, blanco o rosado?
Tinto. Los mejores vinos eran tintos, aunque también producían vinos blancos y rosados.
Pero las ofrendas de vino que el faraón hacía a los dioses eran de vino tinto.
Había más variedades de vinos?
Vino dulce, al que se añadía miel; vino cocido, con especias dentro...
También había recetas con el vino como ingrediente, que recogería después el romano Caius Apicius.
Y en qué momentos del día bebían vino?
El pueblo, cuando podía: si no, se conformaba bebiendo cerveza, ¡también los niños!, pero rebajada con agua: el pan y la cerveza eran el alimento básico en Egipto.
Las clases altas y el faraón bebían vino en cada comida.
Los faraones pillarían buenas cogorzas...
Y no sólo ellos: hay dibujos de gente borracha vomitando en fiestas...
Y hacia el año 1.300 a.C. hubo una prosperidad que facilitó el acceso al vino a más gente, y vemos que en las escuelas se enseñaba a los jóvenes moderación en el beber, pues había excesos.
Vaya, el “botellón” ya entre los egipcios...
Y no sólo entre egipcios: muchos pueblos vivían en Egipto, como el hebreo, que estuvo desde el 1.800 hasta el 1.400 a.C., cuando Moisés lo sacó.
Y sabe cómo se representaba a menudo a Yahvé? ¡Con una vid!
Ahora entiendo por qué Jesús dijo 1.400 años después que el vino es su sangre...
Y el cristianismo arraigó más rápida y fácilmente en Egipto que en Palestina: ¡para un egipcio, la propuesta cristiana la Virgen que pare a Jesús (como Isis a Horus), la resurrección y el más allá es de lo más familiar!
Y, además, el vino en la eucaristía...
Los monasterios coptos que son los cristianos egipcios cultivan la vid desde el siglo I como base de su economía monacal. Y los monjes occidentales que peregrinaron allí importaron a Europa esa práctica vitivinícola: ¡del valle del Nilo al camino de Santiago!
Del vino Mareotis al vino de Rioja!
Hay una continuidad cultural, ya lo ve.
El monasterio navarro de la Oliva mantiene aún todo el proceso, desde la viña al vino...
Y veo capiteles románicos y góticos con uvas y pámpanos ¡idénticos a capiteles egipcios de 3.200 años antes de Cristo!
Es una continuidad iconográfica asombrosa, admirable!
Lo celebramos con un vasito de vino?
Muy bien. En ese vaso habrá más de cinco mil años de historia cultural.
A su salud!